4 ago 2020

Momentos.

Hay momentos en la vida y una vida para cada momento. 

                       

Todo depende de la intensidad, la emoción, y el dolor o sufrimiento con que se vivan. Son accidentes. O mejor dicho, "predicables" lógicos de nuestra esencia como sujetos.

Hay momentos infinitos, eternos y maravillosos donde el tiempo se detiene y uno no quisiera que se acabaran nunca. Y existen otros que se dejan anhelar en el tiempo, se añejan como el buen vino e incrustan de predicados al instante perceptual. ¿Es el tiempo substancia o accidente? Amado Heidegger alúmbrame.......





Hay una vida para cada momento. Orto y ocaso, alfa y omega, principio y fin. Un momento que nace y crece, se desarrolla e incluso se reproduce en muchos otros. Pero muere, como cualquier ser vivo. La vida de cada instante, la vida de cada momento, es un regalo maravilloso en el que detenernos para observar callados su transitar, descubrir los pequeños detalles, asombrarnos de lo diminuto, de lo que acontece a diario y que se nos pasa desapercibido, para anhelar, bohemiamente, un  nuevo acontecer.

                       


Hay una vida en cada momento y hay momentos para cada vida.

7 abr 2020

Eran otros tiempos.

En otro tiempo los minutos pasaban lentos, tranquilos y sosegados. Pero se hacían eternos esperando la llamada de Valdehierro. Acompasaban los sonidos del monte, la fresca caricia del rocío al alba y el susurro del viento entre los árboles. Se detenían en cada piedra, en las infinitas formas nubosas imaginables, en cada mancha en el camino, en cada huella e indicio de la naturaleza.

En otro tiempo nos asombrábamos de lo afortunados que eramos por poder contemplar tan bello día y tan bella amistad, un espléndido amanecer, esa excepcional y copiosa nevada, una puesta de sol. El grácil salto del corzo con el sonido de nuestras zancadas, una oquedad en el risco, cada huella e indicio de vida, cada desafío en el vallado, el riesgo del descenso y el peligro en cada cresta.

En otro tiempo admirábamos cada regalo de la naturaleza y escuchábamos ensimismados sus secretos, sus historias, queriendo dar sentido a un ciclo de vida que se nos escapa. El silencio emocionado de nuestra ignorancia y estupidez.

En otro tiempo la sierra era nuestro tiempo y nuestro tiempo era la sierra.