Es la esencia de este blog.
Mi vida se formó en el asfalto. Y aunque llevo toda la vida corriendo por esos mundos de Dios, el trail y las carreras de montaña, siempre serán la esencia que fundamenta este blog, lugar de vivencias compartidas, de visibilidad de la belleza del entorno de la Sierra de Valdehierro en las extremidades de los Montes de Toledo, de sus curiosidades, leyendas, historias de vida y parajes sin igual. Pero también de desahogo del que suscribe, cuando uno siente la necesidad de escribir, como ejercicio de placer y de libertad personal.

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Así que, aunque han sido muchos los kilómetros en las piernas entre entrenos y entrenos de maratones de asfalto, nunca ha podido faltar la visita obligada el monte, esencia de vida y cura del alma para los sentidos.
En más de una ocasión he llegado a pensar que es tal mi hibridación con la naturaleza, que si algún día llegase a faltar en la cotidianeidad de mi vida, me arrugaría como una pasa y quedaría marchito como una amapola. Y es que no puedo vivir sin escuchar el silencio, sin oír el agua saltar entre los riscos, sin intentar adivinar esas aves que sobrevuelan mi cabeza, sin sobrecogerme por la pisadas repentinas de un ciervo, sin anhelar páramos y admirar de nuevo, (¡cómo si fuese la primera vez!) tantas bellas vistas. Y si, de vez en cuando, puedo hacerlo con quién es parte de mi, ¡pues que mejor regalo de la vida!
Y así, poco a poco, entre visitas y visitas a mi adorada sierra, ruta a ruta, kilómetro a kilómetro, desnivel a desnivel, carrera a carrera, fui desarrollándome junto a la joven Copa de Carreras de Montaña de Castilla la Mancha para ser segundo en la categoría máster dos años consecutivos.
Lo de menos es un puesto de honor en un campeonato o en una serie de pruebas de una copa de carreras. Esto es superfluo, banal y meramente circunstancial. Lo verdaderamente importante es haber podido hacerlo junto a los compañeros de club que son algo más que amigos, mis hermanos de las montañas.
Y porque sé que cuando llegue el momento en que las piernas ya no le acompañen a uno, estos momentos ya no volverán. Y de nada servirán la cantidad de kilómetros, desniveles, carreras y locuras que ha hecho uno por las montañas para que estos momentos vuelvan.
Así que espero poder continuar disfrutando de estos "pequeños regalos" en forma de momentos que te da la vida como aquel jovenzuelo que fui, con aquellos primeros nervios e incertidumbres de neófito principiante de atleta.